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martes, 20 de diciembre de 2016

EL CONVENTO DE SANTA CLARA DE LA COLUMNA, ANTES DE LA GUERRA CIVIL (1936)

Interesantisimo articulo de D. Manuel Rubio Capilla que nos relata como la Monja sor Sagrado Corazón, del Convento de Santa Clara de la Columna de Belalcázar, en una entrevista que le realizo poco antes de fallecer en 1993, le cuenta el estado del monasterio antes de la guerra civil.
D. Manuel Rubio Capilla es Cronista Oficial de Belalcázar y autor de numerosos libros y artículos de temas históricos en distintas revistas locales y provinciales, además es miembro de la Asociación Provincial de Cronistas Oficiales, miembro de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales, miembro de la Asociación Provincial de Arte, Arqueología e Historia de Córdoba, Hermano de Honor de la Cofradía de Ntra. Señora de Gracia de la Alcantarilla (Patrona de Belalcázar). En la actualidad es Coordinador Provincial de Educación de Adultos, cuyo trabajo desempeña en la Delegación de Educación de Córdoba.
A continuación publicamos el ya mencionado articulo, el cual se encuentra dentro del libro  "Belalcázar: historia, monumentos y personajes", que se puede adquirir en el Ayuntamiento de Belalcázar.


Quienes hemos tenido el privilegio de entrar a visitar el convento de clausura de Santa Clara de la Columna, hemos podido observar cómo ciertas remodelaciones, aunque no de gran envergadura arquitectónicamente hablando, se han llevado a cabo hace aproximadamente medio siglo.



Ante la imposibilidad de conocer, con detalles exhaustivos,cómo se encontraba el convento cuando entraron por primera vez los frailes y posteriormente las monjas, allá por el S. XV, dado que no contamos con testimonios de los cuadros que había, las esculturas, el pavimento, mobiliario, su decoración, etc...,hemos de contentarnos con saber cómo era este recinto religioso antes de sufrir su transformación ornamental más reciente. Y para ello se ha de avanzar en el tiempo varias centurias, desde su fundación, y colocarnos en los albores de la Guerra Civil(1936), puesto que esta fecha marca el final de una etapa, la más antigua que se conoce, y el principio de otra, la actual.


Para entrar en detallen sobre cómo se encontraba el convento antes de la contienda, nada mejor que visitar el mismo acompañados de un fiel testigo de los hechos, una monja belalcazareña, Sor Sagrado Corazón de Jesús, cuyo verdadero nombre es Rosa Cuevas Medina, quien entró en la clausura de Santa Clara en 1928, a la edad de 17 años, y pasó por todos los avatares a que dio lugar la fratricida contienda.
Guiado por ella, y siguiendo con gran atención sus explicaciones, fui tomando nota de todo cuanto decía, por considerar que es un verdadero documento histórico, ya que puede considerarse como uno de los últimos, o quizás el último testimonio oral sobre cómo se hallaba este recinto religioso antes de 1936.
Es cierto que aún se encuentran entre nosotros muchas personas que vivieron en aquella época, pero muy pocas tuvieron la ocasión de entrar y vivir en este convento de clausura, por lo que el mencionado testimonio se eleva a la categoría de doblemente importante.
Me limito a dar fiel reflejo de lo que Sor Sagrado Corazón me va detallando; quedando como sigue:



Comenzamos nuestro recorrido por la alerta de entrada a la clausura, que es lo misma que había antes de la contienda.
Nos adentramos en lo qué podría llamarle el recibidor, que tenía unos cuadros diferentes a los actuales y no contaba con la segunda puerta que da acceso al pasillo que nos conduce al claustro. Era Solamente como un arco de separación de las distintas dependencias, cuyo artesonado era el mismo que el de hoy día.





En una especie de capilla, frente a la puerta segunda de acce­so al mencionado corredor, había un grandísimo cuadro de Madre Santa Olaya y Sor Felipa de la Cruz, justo en el lugar donde hoy está la Virgen de Guadalupe. El pavimento era de ladrillo rojo con brillo.




Entramos en el claustro. Este también contaba con suelo de ladrillo rojizo con capa de esmalte. Por el deterioro sufrido en la guerra, debido al pisar de los caballos que entraron en el convento, al cual tomaron como establos, hubieron de colocarse las actuales baldosas que hoy se contemplan. Esta obra se realizó a los 3 6 A años de finalizar la contienda. Su zócalo era de pintura encornada. El artesonado que recorría el claustro, en su parte baja, era el mismo que el que hoy se conserva, sólo que antes estaba policromado. El artesonado alto del claustro se encontraba, igualmente, policromado, con cierta similitud con el del refectorio, y además contaba con una especie de cenefa pintada do colores.




Entramos en el refectorio. Esto tenía un suelo rojizo muy brillante, con unos poyos adosados a las paredes, que recorrían la largura de la sala y servían de asientos. Había unas mesas grandísimas de madera. Los poyos y el zócalo eran de mosaicos Colorados y blancos. 
El pequeño púlpito que puede contemplarse en la pared que da al claustro, estaba anteriormente y a él se subían a leer las Sagradas Escrituras.
Presidían el refectorio dos grandes cuadros alusivos a la Santa Cena que, al parecer, durante la guerra fueron trasladados a Valencia. En el extremo oeste del refectorio, lo que podría coincidir con el pie de sala, estaba el repartidero de la comida.
Volviendo al claustro, en su parte alta, significaremos que se encontraban completamente cerrados sus arcos, que sólo
dejaban pasar la luz a través de pequeñas ventanas. Ya en la parte baja, la separación del comulgatorio que utilizaban en aquel entonces (una salita ubicada en un rincón del testero norte del claustro), así como el pasillo de la misma orientación, se separaba por dos grandes cortinas, pudiéndose apreciar, en esta zona, un cuadro de grandes proporciones y que representaba a San Juan bautizando a Jesucristo. 




Esta zona tenía la arquería cerrada y también se utilizaba, durante el verano, como Coro bajo. Donde hoy se puede contemplar la pintura que refleja un pastorcito, antes existía una especie de hornacina donde entraba el sacerdote y les daba la comunión(lugar en el que han permanecido muchos años los restos mortales de la familia Condal de Belalcázar, guardados en bolsas de terciopelo rojo).
La antesala del torno está igual que antes de la guerra. Lo que sí se Observa es que en tiempos de la fundación del convento, dicha antesala debió ser el acceso al mismo, ya que
se contempla una portada tapiada.
En un pasadizo pequeño que comunica la iglesia con el claustro, se guardaba, el Viernes Santo, al Señor cuando se quitaba de la iglesia.


Entramos en la iglesia. En el ábside, arriba del todo, casi tocando el techo, estaba el Espíritu Santo en bajo relieve. Más abajo, a los lados, estaban representados el Padre y el Hijo. También podía apreciarse un gran cuadro en relieve con figuras a tamaño natural que representaban a Nuestro Padre San Francisco cortándole el cabello a Nuestra Madre Santa Clara, y los frailes con sus ciriales. En el retablo, que era dorado y contaba con columnas salomónicas muy vistosas, estaban las esculturas de cuatro frailes: San Antonio, San Bernardino, San Francisco Solano y San Buenaventura. Junto al cuadro en relieve de San Francisco se hallaba el Padre Jesús, más fino, antiguo y bonito que el actual. También se encontraba el manifestador y el sagrario.
En la iglesia había cuatro especies de altares que contenían a Santa Ana, la Virgen de la Esperanza (la que hoy conocemos con el nombre de la Tinaja), Madre Santa Clara y Padre San Francisco. Eran altares de mampostería con retablos pequeñitos.

Donde hoy se observa una especie de ventana tapiada, en la iglesia, había cuatro cuadros grandes, preciosos, que se conservaban impecables y representaban a la Cena de Bendición de Panes por parte de Santa Clara, la Entrada de Madre Santa
Clara, la Muerte y otro que no recuerda Sor Sagrado Corazón. Las bóvedas que sostienen el coro alto estaban llenas de estrellas doradas, hechas en madera, y en la confluencia de las nervaduras de los arcos había escudos de las casas Sotomayor y Zúñiga.
La iglesia fue utilizada durante la guerra como polvorín, siendo su pavimento de azulejos de colores.
Los restos de la familia condal de Belalcázar estaban guardados en la parte alta de la sala capitular (hoy desaparecida) y al producirse la rebelión, ante el posible saqueo
del convento, se decidió meterlos en una especie de capilla lateral de la iglesia y tapiarla. “Quienes ocupaban el convento durante la guerra, abrían agujeros en todo lo que sonaba a hueco, pero en aquella pared no hicieron ninguno"...
“Cuando la abrimos, después de la guerra, en lugar de dar un olor a humedad, daba un olor que no se podía definir lo que
era,... ni era agua colonia, ni eran flores, ni era nada de eso,... era admirable, y parecía un olor sobrenatural“.
Junto al altar, en la zona de la epístola, se encuentra la sacristía interior, que tenía el mismo artesonado que en la actualidad, aunque las estrellas mudéjares estaban policromadas.
En la sala que distribuye al claustro, iglesia y sacristía interior, había un crucifijo, que es el que hoy se encuentra en la casa de oración (antigua casa de las condesas, anexas
al convento), y ante el rozaban para después ir a comer.


Ya en la zona norte del recinto, se observan dos grandes salas perpendiculares a la iglesia. La parte baja, llamada sala de las columnas, sirvió de locutorio grande, conteniendo una gran reja de separación cuyos pinchos fueron cortados por el Padre Rafael Arena.



Las columnas y muros de esta sala soportan lo que se conoce con el nombre de antiguo dormitorio común, que por aquel entonces seguía utilizándose para este fin.
En la zona mía oriental de este conjunto arquitectónico se encuentran las enfermerías. La baja, que se utilizaba en el verano, y la Mita (conocida como la sala del barco,
cuyo artesonado parece la quilla invertida de un barco), que se utilizaba en los meses fríos. Antes de 1936, estas dependencias albergaban a las monjas enfermas y desempeñaban en ellas su labor el personal sanitario. Como anécdota, puede decirse que, a principios de los años treinta, se llevó a cabo en una de estas salas, una operación en la que el médico de turno, don Eugenio, hubo de extraerle a Sor Rosario un trozo de costilla, asistiendo como enfermera Sor Sagrado Corazón.
Las enfermerías no han sufrido cambios notables, si exceptuamos los propios de las últimas labores de restauración que se están llevando a cabo en varias zonas del convento y que intentan recobrar la imagen primitiva de este recinto religioso.


Volviendo a la época anterior a la Guerra Civil, hemos de recordar que las 22 monjas que convivían en este edificio(año 1928); Se alumbraban con faroles de aceite, y en casi
todo el edificio reinaba una mística penumbra.
A los pies de la iglesia, en su parte alta se encuentre el coro grande o coro alto, como lo denominan las monjas. Este no tenía rejas do madera, como en la actualidad, sino que
eran de hierro y tenían pinchos hacia afuera. Dicha reja terminaba en un crucifijo. En el coro había un órgano y un retablo con seis hornacinas de madera no dorada, que contenían a la Virgen de la Luz, San Miguel, Corazón de Jesús, San José, Santa Lucía y otra que no recuerda Sor Sagrado Corazón.
Igualmente, podían observarse, en esta estancia, Ocho vitrinas con reliquias, como la única que se conserva hoy día, y dos cráneos pequeños y uno grande, pertenecientes s las Once Mil Vírgenes, guardados en una hornacina donde también se hallaba una imagen de la Inmaculada. El coro alto lo recorría, en gran parte, una hermosa sillería labrada.


En cuanto a la Fuente de la Samaritana, hemos de significar que se utilizaban, al igual que ahora, como lavadero, y que sus pinturas fueron dibujadas por una monja.
Por último, decir que la antigua casa de las condesas, hoy Casa de oración, albergaba a los porteros del convento, quienes periódicamente se desplazaban hasta el pueblo para comprarle provisiones a las  monjas.

Así, damos por concluido  este recorrido por el convento,sin lugar a dudas incompleto, pero con gran lujo de detalles en muchos de sus apartados, que, gracias a la gentileza y bueno memoria de Sor Sagrado Corazón, podemos conocer y sacar a la luz pública.



En otras entradas publicaremos más artículos que Manuel Rubio Capilla realizó para  la revista de feria de Belalcázar. 
Como Cronista Oficial de Belalcázar también a publicado varios artículos en La Crónica de Córdoba y sus Pueblos, los cuales publicamos los enlaces para quien desee descargarselos:

DINERO APORTADO POR EL PUEBLO DE BELALCÁZAR
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LOS CUATRO DOCUMENTOS MÁS ANTIGUOS DEL ARCHIVO MUNICIPAL DE BELALCÁZAR  descargar

 LOS HIJOS DE SEBASTIÁN DE BELALCÁZAR 
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ABUSOS Y ADVERSIPADES DE LOS. CONQUISTADORES 'ESPANOLES EN [A FIGURA. DE SEBASTIAN DE BELALCÁZAR  descargar


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